Saturday, September 24, 2005

Rebelión en la panza

<<Trabaja>>

Viernes, de mañana. Suena el teléfono: es mi jefe que me adelanta un deadline dos semanas, para tan pronto como sea posible; o sea, para el lunes sin falta. Los planes del fin de semana desaparecen al tiempo que cuelgo. Suspiro en vista del cambio de planes.

<<Ocio>>

Pongo un trabajo pesado a hacer en la computadora. Esto me da un tiempo libre, así que me siento a leer en un sillón. Preferiría ir a la plaza, pues ni balcón tengo, pero debo quedarme cerca para enterarme cuando este trabajo termine. Heinlein, con su Starship troopers, me hace pensar en otros métodos de elección de gobiernos. El trabajo ha terminado. Vuelvo al suplicio.

<<Corre>>

Debo estar hace 15 mins en otro lado. No tengo mucha plata y no puedo ir en bicicleta. A pié será, nomás. Cargo con las cosas y salgo a paso ligero. Son las 5 de la tarde; aún no he comido y ni leche tengo en la heladera. No es ni la primera ni la última vez que ando en ayunas.

<<Hambre>>

Volví de donde fui, pasando por el súper para comprar la cena. Son apenas las 8 de la noche, pero intenté seguir laburando y el hambre no me dejó. Me hago una suculenta, simple y copiosa cena que remato comiéndome media tira de pan, untándolo en la salsa que quedó. Me regalo un postre: chocolate. Ok, trabajo.

<<Sexo>>

Cae mi novia de imprevisto, pero no la voy a echar: hace rato que no nos veíamos. Ya tendré tiempo (léase, ya me saltearé un sueño) durante el fin de semana. Comemos helado y tomamos vino, al que convertimos en pasable (se ha picado un poco) echándole Coca. Por el mismo motivo que antes, la noche se torna interesante.

<<Suegros>>

Nos quedamos dormidos, abrazados en la cama. Aunque yo no duermo mucho, y no estoy seguro de que ella lo haga: en cualquier momento, antes de que amanezca, tendrá que volver a su casa porque

la nena no puede no dormir en casa


a pesar de que ya casi se ha recibido de la universidad (por no decir que ya tiene los huevos bien peludos, que no le encaja por el sexo). Al menos yo quedo en un estado de letargo, pero también de constante alerta. Por fin (no lo hagas!) se va, y me duermo al instante.

<<Agua>>

Sueño. No sé qué, algo. No importa. Pero entonces algo pasa, y ahora sólo estoy proyectando imágenes en mi cabeza, como cuando uno trata de dormirse recordando un viaje que ha echo miles de veces. Ahora sólo proyecto imágenes en mis párpados, estoy casi despierto. Despierto nomás, con sólo abrir los ojos. Reconozco inmediatamente esta forma de despertar. Estoy deshidratado; no he tomado agua en casi todo el día, ni siquiera durante la cena, excepto por un par de tazas de café y el vino con Coca. Me siento en el borde de la cama y vacío de un tirón largo pero continuo una de las botellas de agua que siempre tengo en la pieza. Lágrimas saltan a mis ojos; un sudor escaso sube a mi piel; siento las mucosas de la nariz reaccionar a la presencia del agua; tengo saliva en la boca, que estaba seca como lengua de loro. Dejo la botella vacía en el suelo y agarro otra. 2 litros en minuto y medio. Espero a que el sudor enfríe un poco el cuerpo y se evapore un poco y vuelvo a acostarme.

<<Jump around>>

La falta de agua no es buena para la digestión, que se reactiva con los dos litros que le acabo de echar. Trato de dormir, pero siento que hay una fiesta en mi estómago, una mezcla de jaleo con malambo. Me levanto y me pongo a trabajar; la molestia no me dejará dormir, pero no me molesta para hacer cosas que requieren medio cerebro prendido. Si bien es mucho, son cosas que podría hacer hasta con resaca. Al menos no tomé cerveza.

<<Duerme>>

Se me apaga todo. Llevo qué, ¿12 horas acá? El trabajo no está listo ni de cerca y el cerebro pide (a gritos un limón) la jubilación. Sobre mí pende la espada de Damocles, hábilmente manejada por mi jefe, que se entrena cortándole la cabeza a conejitos y gatitos. Me mira con hambre y sonríe como maníaco. De la comisura de la boca cae baba y mis compañeros de trabajo lo incitan a que no espere más. Mis suegros están ahí también. Mi novia sólo mira para otro lado, totalmente consciente de lo que pasa, pero sin mover un dedo. Las paredes se cierran encima mío, el monitor me salta a la cara. Todo da vueltas y mis manos recorren pesadamente el teclado; cada teclazo es un esfuerzo mental similar al de sacar una raíz cuadrada mentalmente.

<<Bang>>

Me despiero con estrellas por todas partes. Me duele la frente. Al terminar el trabajo, me desmayé ahí mismo. Mientras mi cabeza viajaba hacia un mundo de olvido e inconsciencia, mis manos enviaron el trabajo. El golpe con el borde del escritorio me dejó un hermoso moretón de tonalidades verde-violáceas en toda la frente. No hay sangre, pero seguramente sí daños permanentes a mi ya castigado cerebro. Qué mejor, me volveré un idiota y no tendré que trabajar más. Iré a un asilo donde tendré sexo con enfermeras más enfermas que los enfermos allí encerrados. Eso será vida.